martes, 8 de enero de 2008

Recordando a Nino Bravo

De niño siempre sentí una pasión por la música, sobre todo por el canto, cantaba todo el tiempo, y me sabía la letra de cientos de canciones. Recuerdo que tenía un disco que ponía una y mil veces en un pequeño equipo que teníamos, hasta que mi madre, aburrida de escuchar aquel selele le dijo a la muchacha del servicio que lo tirara en el monte que quedaba cerca de mi casa, pero con tan mala suerte para ella, que en una de mis incursiones lo encontré, aunque en tan mal estado que ya estaba inservible. De todas maneras, hasta el día de hoy, cuando quiero sabotearla, le recuerdo que me la pillé y que me debe el disco.

Con los años, mi gusto por el canto se acrecentó, más aun cuando aprendí a tocar la guitarra. Fue entonces cuando pude empíricamente cantar con buena entonación y empecé a imitar a los grandes cantantes de lengua española. De entre todos, me gustaba, y me seguirá gustando hasta que mi garganta y mis oídos aguanten, cantar las canciones de Nino Bravo, de lejos el mejor cantante de habla hispana que haya yo tenido el gusto de poder ver y escuchar. Hoy gracias a la magia de Internet puedo ya no sólo disfrutar de mi colección de discos de Nino Bravo, también puedo ver sus vídeos. Desafortunadamente, Nino Bravo murió joven en un trágico accidente, pero su descomunal e impactante grito buscando a Noelia, siempre estará presente. Con tanto cantante malo que escuchamos a diario, a veces ni siquiera enciendo la radio, para no tener que soportar tanto bodrio. Es entonces cuando me recuerdo de mi madre y me provoca hacer exactamente lo mismo, echar a la basura lo que en realidad es una porquería.