viernes, 13 de febrero de 2009

La tragedia se cebó con nuestro barrio

Nuestro Barrio era pequeño, abarcaba las calles 84 a 90, entre las carreras 46 y 51B, y cuando éramos niños nuestro radio de acción se circunscribía más o menos a esas calles, de manera que prácticamente todos nos conocíamos, niños, adultos y familias y, finalmente, todos éramos como una enorme familia, todos teníamos que ver con los demás, nos protegíamos los unos a los otros y, cuando alguien lo necesitaba, la ayuda llegaba casi al instante. Formábamos parte de una bella y hermosa comunidad, éramos un Barrio pequeño y tranquilo.

Cuando se es niño todos soñamos con lo que vamos a ser de adultos, y en algunos casos esos sueños los volvemos realidad. Infortunadamente algunos de aquellos que se criaron contigo, ven interrumpida esa posibilidad, porque la fatalidad se cruza en su camino, tal como le sucedió a: Néstor Guarín García, Javier Diart, Fernando De la Cuesta, Martha Vieira, Las hermanas Tristancho, Miguel Jalube, Fabio Gallón, Dyango Arango, Fernando Mejía, Amín Blel, Ricardo Sarta, Nando Pinilla y Humberto Vera. Todos jóvenes, con una vida por delante, pero que la indeseable muerte les llegó de una u otra manera en plena niñez o juventud.

Visto desde la óptica de la época actual, podría creerse que fueron victimas de la violencia que azota a Colombia, pero no, en aquellos tiempos no existían los males que actualmente nos golpean, la guerrilla era minúscula, no existían los paramilitares y el narcotráfico se encontraba en pañales. Por eso, resulta incomprensible que siendo tan pequeño nuestro Barrio la tragedia se cebara con éste, y que, entre esas pocas calles, en el curso de unos pocos años, todos esos chicos perdieran su vida, y llenaran a sus familias y amigos de luto y dolor. La vida desafortunadamente a veces juega unas malas pasadas, y hay quienes nos resistimos a que todos ellos se vuelvan parte del olvido y, de cuando en cuando, los recordamos, porque ellos se lo merecen, por que formaron parte integral de nuestro comienzo en la vida, y compartieron con nosotros sueños y realidades. Por eso y mucho más, permanecerán para siempre en nuestra memoria.

Hoy, gracias a Internet y al mismo Facebook, algunos nos hemos vuelto a reencontrar, intercambiamos fotos y recuerdos, nos mostramos orgullosos de lo que somos o hacemos, y estoy convencido que en lo más profundo de nuestro ser, nos gusta imaginar que hubiera sido de nuestros amigos, si ellos nunca se hubieran marchado.